sábado, 18 de noviembre de 2017

LOS COSECHADORES DE ESTRELLAS (18): EL SOL SE APAGA

La mamá de Pablo se preocupaba más a medida que leía la documentación que le habían enviado sus compañeros de laboratorio. Aunque los niños todavía no lo sabían, porque había decidido no darles la noticia hasta dentro de unos días, estaba esperando otro bebé. El médico le había recomendado descanso, y se había tomado un par de semanas de vacaciones. Desde entonces no abría su correo electrónico. Había varios mensajes sin leer, pero sólo uno era importante.
La noche anterior, sus colegas habían intentado ponerse en contacto con ella para darle los datos del problema, ya que precisaban de su análisis de la situación, pero no lo habían conseguido. El sol había descendido en su actividad casi un tres por ciento, lo cual era una barbaridad, sobre todo teniendo en cuenta que no había motivos para que eso sucediese. Recordaba sus propias palabras, mientras les contaba a sus hijos que el sol era como una gran pila que agotaría su combustible dentro de miles de años. No tenía sentido lo que le estaba sucediendo ahora.
Además, unas extrañas bandas de decoloración habían aparecido sobre su superficie, a la altura del ecuador. Algo que podría tener que ver con el problema, puesto que ambas cosas sucedían al mismo tiempo.
Necesitaba más datos. Por la mañana llamaría al centro de investigación y hablaría con sus compañeros. Vería si había alguna novedad sobre el tema.
Ahora estaba muy cansada y hasta un poco nerviosa. En dos días tenía cita con su médico y eso era lo que ahora requería toda su atención. En la última visita, el doctor le había dicho que tenían que repetir una prueba. Eso no era ni bueno, ni malo. Sólo el siguiente paso de un proceso, en el que se necesitaba ver algo que no se había visto en la primera ocasión. Pero, a pesar de ser algo normal, no podía evitar que los nervios la dominasen de vez en cuando.
Apagó la luz de su despacho y se fue a la cama.

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