sábado, 27 de octubre de 2012

UN DÍA DE FIESTA


En la feria del pueblo todo huele a fiesta. Cientos de personas vestidas de domingo se reúnen en el prado de la iglesia, dispuestas a pasarlo bien. Niños de caras sonrientes corren y gritan de alegría alrededor de la familia. En el aire hay globos de colores, y olor a palomitas con mantequilla y algodón de azúcar. Hay un puesto de limonada en el que se recaudan fondos para una asociación de caridad local. Los hombres hacen cola para comprar un refresco mientras hablan de la cosecha. En las atracciones de llamativos colores suena música de circo.
El hombre sin nombre vive de momentos como esos. Tiene el don de pasar desapercibido. Su rostro es como el de cualquier otra persona. En el día de fiesta del pequeño pueblo se conocen todos. Todo el mundo es familia, amigo o vecino de alguien, pero nadie recordará al que no encajaba. Un momento de descuido, una pequeña distracción, y el pequeño de tres  hermanos desaparece. Nunca antes había pasado algo así en el pueblo. Los desesperados padres no han hecho nada que no hubiese hecho cualquier otro padre con tres hijos. El problema es que hasta entonces no habían tenido que enfrentarse a alguien como él.
La furgoneta negra circula por la interestatal a una velocidad que no llama la atención. El hombre sin nombre está satisfecho. Cuando vuelva el hambre buscará otro pueblo, otro día de fiesta. Siempre había niños perdidos con los que saciar su apetito por la carne humana.


Ilustración de Sonia del Sol

4 comentarios:

  1. Hola, Roberto. El tema es brutal. Quizás si definieras al principio un poco al hombre para que cobrara algo más de fuerza... En fin, es una sugerencia.
    Por lo demás, genial.

    Saludos.

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    1. Hola, Olga. Muchas gracias por leerme. Estoy de acuerdo contigo. Algunas de las cosas que cuelgo aquí sólo son bocetos de cosas que pretendo utilizar en el futuro como parte de algo más grande. O no, porque de momento me sobran ideas y me falta tiempo para desarrollarlas. La brevedad de esta historia se debe a que la envié a un concurso de microrrelatos en el que no podía pasar de un número de palabras. Quizás algún día me meta con ella en profundidad...

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  2. La historia de miedo, de esas que aparecen en los telediarios :S El principio no hace pensar para nada en la resolución del relato. Si tu intención es sorprender, conmigo lo has conseguido, enhorabuena.
    Y la ilustración de Sonia... me recuerda a una foto que vi hace no mucho de una muchacha con algodón de azúcar la mar de contenta, pero no recuerdo de quién :P

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    1. Sí, Natalia. Parece un mini guión para una de esas pelis en las que el Jason de turno no muere ni matándolo... Y no te avergüences de esa adicción tuya al algodón de azúcar (yo tampoco me puedo resistir).

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