viernes, 18 de julio de 2025

EL REY DEL BOSQUE ANCESTRAL

A la hora en que las sombras comenzaban a ganar de forma decidida la batalla a la luz del día, la pequeña se detuvo frente a la muralla infranqueable del bosque. No se adivinaban caminos. La masa de árboles no parecía ofrecer resquicio alguno a través del que se pudiera pasar. La pálida figura de la niña se difuminaba más a medida que la oscuridad apagaba los colores. Muy atrás quedaba la mansión, apenas un bosquejo de líneas fantasmales salpicadas de titilantes motas amarillas en los ventanales. Nadie la echaría en falta todavía. Los alegres alborotos de pájaros habían dado paso a los murmullos de los seres que pertenecían a la noche. El bosque exhaló un frío que humedeció los finos brocados de su vestido y en el aire volvieron a flotar las notas de un canturreo ancestral destinado a ser oído solo por los más pequeños.


La niña levantó con delicadeza la mano frente a sus ojos, como si esperase que alguien la tomase en un baile imaginario. Entonces susurró con una voz apenas audible:


–Llévame contigo, te lo suplico, allí donde nadie pueda encontrarme. Llévame contigo, como si nunca hubiese existido…


Algo se movió entre los árboles. Algo enorme. La forma apenas se adivinaba mientras se enroscaba y desenroscaba, frotando escamas duras como el pedernal con un siseo apagado. Parecían muchos, pero era uno solo.


Antes de que llegase el alba, un llanto desesperado llegó desde la casa. Poco después los criados se desplegaron con urgencia, iluminando a la carrera cada rincón con sus antorchas mientras los sabuesos tiraban con fuerza de las correas. El rastro estaba claro sobre la hierba húmeda. Los ladridos graves y los llamamientos cortaban el silencio de la noche. Cuando  llegaron al bosque, los perros comenzaron a aullar y a recular. Una mujer gritó al ver una de las pequeñas zapatillas.


–Él se la llevó. ¡Dijo que lo haría y se la llevó! ¡¿Qué hemos hecho?! –Exclamó entre sollozos, arrojándose abatida en brazos de su marido.


–Silencio. Todos estuvimos de acuerdo. Sabíamos cuáles podrían ser las consecuencias. Ahora ya es demasiado tarde.