domingo, 12 de agosto de 2012

SOMBRAS




Al final solo vosotros tendréis la culpa, y seréis los únicos responsables de lo que pase con vuestros niños. Vuestros sentidos atrofiados por la vida cómoda hace tiempo que no son capaces de percibir aquello que os amenaza. Estáis ciegos y sordos, y no os dais cuenta. Cerráis las puertas con llave y os encerráis en la falsa seguridad de vuestras casas para esconderos de la noche. Vivís con la ilusión de que el mal se quedará afuera, merodeando en el límite del bosque. Pero la oscuridad conspira y se mueve cuando ya no miráis por la ventana. Se retuerce y gime mientras espera con impaciencia su oportunidad. Suspira y os rodea cuando apagáis las luces. Penetra en vuestros santuarios y roba el aliento de vuestros niños en la cuna. Se alimenta de sus miedos. Su mundo esta demasiado cerca del nuestro. No queréis escuchar a vuestros hijos cuando lloran por la noche, cuando os hablan de lo que repta hacia su cama, de lo que susurra en la oscuridad y los llama por su nombre. Hacéis caso omiso de sus súplicas cuando llegan  bañados en sudor a vuestras habitaciones, aterrorizados en medio de una tormenta. Os mostráis contrariados cuando os arrancan de vuestros sueños apacibles, o cuando sus llantos reducen el exiguo descanso hasta vuestros problemas del día siguiente, y les urgís con vehemencia que sean mayores, que se vuelvan adultos y regresen a sus camas. Y que se enfrenten a sus miedos. Apagáis la luz de sus cuartos y les dejáis solos de nuevo. Ya no os acordáis de lo que veíais cuando erais niños, de las sombras más oscuras que las sombras. Solo vosotros y vuestra indolencia seréis los responsables de lo que les suceda a vuestros hijos.
Ilustración de Sonia del Sol

2 comentarios:

  1. Me ha hcecho pensar, en mi hija cuando llora, pero afortunadamente la consuelo y tambien me ah hecho recordar la infancia cuando aquello, terrible surgía de la obscuridad absoluta y me invitaba a unirme a la inmensidad de la nada.
    gracias por compartirlo

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    1. Gracias a ti por leerlo, Angélica. Nos hacemos mayores y no valoramos en su justa medida los terrores que sienten nuestros niños, solo porque nosotros olvidamos los de nuestra infancia.

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