Los chicos no
podían darse cuenta, pero estaban cambiando. Lo cierto es que uno no suele
apreciar los cambios que se producen en su misma persona, y menos aquellos que
no se pueden ver con facilidad en un espejo.
¿Cómo se da uno
cuenta de que ha ganado en seriedad, en valentía, o en sinceridad?, ¿cuándo se
hace uno mayor?
Nadie puede
recordar esos momentos concretos de sus vidas, pero lo cierto es que suceden.
Los chicos habían aceptado aquel reto de forma desinteresada.
Durante el transcurso de la mañana Rodrigo había mostrado más valor de lo que
en él era habitual, y Pablo había conseguido templar el arrojo inconsciente que
muy a menudo le caracterizaba. Incluso hubo momentos del día en los que Pablo
había hecho de Rodrigo y viceversa. Pero había algo más importante aún que todo
eso. Los chicos estaban aprendiendo a ser amigos además de hermanos.
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